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Engañé a mi novio y fue la peor decisión que he tomado

Si estás considerando engañar a tu novio, piénsalo dos veces. Puede parecer una forma emocionante de agregar emoción a su relación, pero es probable que resulte contraproducente. Hacer trampa puede conducir a un mundo de dolor y arrepentimiento.


Tuve un enamoramiento en la escuela secundaria que se convirtió en un novio de la escuela secundaria y se quedó conmigo en mis años universitarios. Estuvimos juntos durante seis años, pero, lamentablemente, no fui una buena novia para todos ellos. Un verano, después de que él se fue a su universidad militar por unas semanas, tuve una aventura de una noche con un chico con el que trabajaba, y desde entonces me arrepiento. Esto es lo que pasé después de esa noche:

Al principio, estaba en negación.

La mañana después de acostarme con otra persona, no sentí ninguna culpa. Había estado bebiendo la noche en que ocurrió la aventura y estaba más preocupado por curar la resaca que por comprender la situación y la gravedad de lo que había hecho.

Luego vino la culpa insoportable.

Ese día en el trabajo estaba bien, estaba coqueteando con el chico con el que me acostaba y no me arrepentía de nada… hasta que tuve un momento a solas. De repente, la culpa se apoderó de mí y todo se puso blanco. Engañé a mi novio, la única persona con la que me había acostado, la persona que me amaba. ¿Cómo podría hacer eso?

Fui exageradamente amable con él.

Esa noche llamé a mi tía y le confesé todo. Yo era un completo desastre. Ella me dijo que estaba bien y que era un error de una sola vez y que solo necesitaba mejorar y apreciarlo y amarlo mejor, así que comencé a hacer todos estos gestos exagerados para que tratara de reconciliarse en secreto. mi infidelidad


Traté de evitar confrontar lo que hice.

Regresé a la universidad y me dediqué al trabajo escolar. Él estaba ocupado con la escuela, y ME MANTUVE ocupado para tratar de no recordar lo que hice.



Evitaba a mi novio constantemente.

Él llamaría y yo lo pondría en el buzón de voz; él querría venir el fin de semana y yo inventé excusas. No pude mirarlo. Sentí como si la verdad fuera a estar en mi cara. La culpa católica me estaba desgastando más de lo que podía soportar.


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